23/08/2006

LINK...La radio puede ser narrativa

ESTE ES UN INTENTO DE NARRATIVA QUE ENCONTRE EN EL NAUFRAGIO NORMAL POR INTERNET. SIN CUESTIONAR SU FACTURA, NI SU CALIDAD LITERARIA, QUIERO COMPARTIRLO POR SER UN INTENTO DE NARRATIVA A PARTIR DEL EJERCICIO RADIAL.
Sábado de mañana. ¿Por qué hacen radio? — Le pregunté a Cecilia, de una. Primero que nada ¡porque nos gusta! Nos dimos cuenta que la radio es un invento bárbaro, que puede tener uno uso social, y que es barato. Es barato tanto para el que escucha como para el que transmite. Tiene el potencial de ser un medio de comunicación verdaderamente democrático. ¡Pero lo principal es que es divertido! La paso con mis amigos, hago nuevos amigos, aprendemos un montón, y hacemos una pila de cosas. También, lo que hacemos tiene un impacto positivo en la sociedad, en el liceo, en la vida del barrio, en nuestra propia vida. La gente sabe que puede recurrir a nosotros. Queremos que la gente tenga la oportunidad de acercarse y contar sus cosas. Nosotros también tenemos cosas para decir. También nos gusta que se hable de las cosas que nos interesan y nos preocupan a nosotros, yo que sé, las cosas que suceden en el barrio, las noticias que afectan a la gente barrio; los partidos, los bailes o los grupos de música en los que de alguna manera participamos. Las organizaciones del barrio también necesitan un espacio de comunicación para comunicarse con la gente, y entre ellas también. Montevideo se ha expandido y nos hemos ido alejando. Necesitamos escucharnos, aprender los unos de los otros, interesarnos y cuidarnos más. Al fin de cuentas vivimos en la misma ciudad. Compartimos más o menos el mismo pasado y el mismo futuro. Hablamos mucho de democracia pero la democracia sólo crece o tiene sentido si la gente se junta, si participa, si se junta a discutir y a decidir cosas. Al final, hacemos radio porque ni la opinión pública ni el estilo de vida democrático son algo dado, que nace y crece solo: van a ser lo que la gente haga con ellos. Nosotros contribuimos haciendo radio, invitando a que la gente participe y haga sus programas, que vayan formando su propio público y sus propias redes, y también ayudando a que la gente se involucre y trabaje para resolver los problemas que nos afectan colectivamente. Si no, no habría discusión ni participación ni nada y la gente se encerraría en su casa a ver la tele y a tragarse sus dramas. Cecilia tiene 17 años y tiene un programa de carnaval. Cuando termino con la entrevista entonces me dice ahora te toca a vos, así quedamos a mano. Se acababa de publicar mi libro Murgas: El teatro de los tablados —esa era otra de las razones de mi viaje a Montevideo—, y el carnaval es muy popular en La Teja.

Viernes, 7 de la tarde. Hoy les tocaba sentarse afuera a Nico y a Sebastián. Estaba reaburrido —me confesó Nicolás, mientras apagaba un Fiesta Light— hasta que la cosa no empezó a cerrar. Era la segunda vez que el mismo Volkswagen pasaba por la cuadra. De hecho, el mismo de cuando allanaron el comedor la semana pasada. Entonces todo empezó a suceder muy rápido. Fer agarró el grabador y los casets. Meche se fue en la bici con la consola en la mochila. En minutos llevamos el transmisor y el amplificador —lo más caro— a un lugar lo suficientemente distante. Manuel se quedó con los compacs y los diarios. Gabi fue la última en salir, y ni siquiera se olvidó del mate ni de los pan con grasa, que en esos momentos de apuro […] Para cuando entraron Corradi, el gordito de la DNC y el sargento Muñoz no quedaba casi nada: la garrafa con una ollita, un cenicero todo sucio, el poster de Metallica, una osamenta de vaca, unos cables que hacen las veces de antenas, la libreta con los resultados del miércoles y los partidos que se van a jugar mañana. “Bueno, igual ahora saben que les estamos respirando en la nuca. La próxima vez la van a pensar dos veces”, les escuchó decir la vecina mientras se subían de nuevo al auto.
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