6/02/2008

Para la esperanza: La Rosa Púrpura del Cairo en Montes de María


Canta Serrat en una tarde que cae paralela al movimiento lento del aroma de café. Los tres llenan la casa (Serrat, la tarde y el café), uno a uno los cuartos se vacían de las cosas anteriores y sin darnos cuenta, estamos invadidos. Mi madre duerme y acaso toca un poco de sueño, pero no quiere dejar de oír, yo canto igualando - vaya pretensión - a Serrat, compitiendo con Serrat. La tarde y el café llegan como decoración, en este teatro de las cuatro no se necesita otra cosa, tal vez hace falta la luna.

Cantó Serrat a su bóveda marina, canto a la mujer que le habla en un espejo, cantó luego - y ahí me detuvo, detuvo la tarde y el olor a café recién hecho - Aquellas pequeñas cosas.

Entre aquello sin explicación esta el saber como llegó a mí la imagen de los Montes de María, de Soraya Bayuelo sentada en unas graditas de un hotel cualquiera en Bogotá, saludándonos como si nos conociera de siempre sabiendo que no nos conoce más allá de los pocos encuentros que compartimos. Las pequeñas cosas me trajeron a la joven costeña a la que nunca escribí, la que no importa si no fuera por la gracia maravillosa de su cuento lleno de niños, jóvenes y adultos en las noches calurosas de los municipios, esperando que el cine llegue a sus vidas, para recuperar el espacio público, para recuperar eso que nunca debió haberse ido: las viejas costumbres de poder saludarse en la noche de "pretil a pretil", de la cerveza, los marlboro, los jeep, las casitas llenas de pájaros que se intercambian entre vecinos, las tierras por sembrar frente al compadre. ¿Compadre como nos rehabilitaremos?.

Como quiero saber de su vida, vivo. Como quiero saber de sus calles, camino. En el caso de Montes de María y su colectivo de comunicación, como se quiere volver a la vida, se encuentran. Es una clara movilización, es una respuesta no violenta, incluso ni siquiera es una vía de hecho, pero si contestataria.

Serrat abrió - por primera vez me doy cuenta de lo bien que se ven estas dos palabras juntas - la posibilidad de que las pequeñas cosas que nos hacen llorar cuando nadie nos ve, sean cada vez de mayor tamaño, con mayores posibilidades, con alcances insospechados como en La Rosa Púrpura del Cairo de Woody Allen, en donde el protagonista de la película logra salir de la pantalla y conquista a la joven que no falla en la sala de cine para verlo; como el equipo de Montes de María que cargan equipos, telón, sonido a veredas y pueblos para que por dos horas los protagonistas de películas lleguen a tocar la vida de los protagonistas de esta esperanza mía que crece con la tarde, con el café y con Serrat.

Abur y abur!

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