Experiencias de Radio Comunitaria en el mundo, pueden leerlas y bajar un libro con especto al tema en: http://www.comunica.org/apasionados, estas son dos experiencias introductorias.
Cualquier análisis de la radio comunitaria debe tener en cuenta el entorno social y político en que se desenvuelve. Ello resulta particularmente importante a la hora de comparar y contraponer modelos de varias regiones. A continuación, se ofrece un resumen de las experiencias de radios comunitarias en diversas panes del mundo y se apuntan algunos de los debates y preocupaciones presentes en cada región.
África
La radio es, sin duda, el medio de comunicación más importante en África. El analfabetismo y los problemas de distribución hacen que los periódicos estén solo al alcance de una minoría de la población. De igual modo, la televisión no es conómicamente asequible para las grandes mayorías y el servicio de televisión nacional a menudo no se extiende a las áreas rurales que es donde la mayoría vive. Por otro lado, la radio está presente en casi todas partes. Los aparatos receptores son relativamente baratos, al igual que la producción y la distribución. En casi todos los países africanos los servicios de radiodifusión transmiten desde la capital y los centros urbanos más importantes son las principales fuentes de información. Aunque lo que entendemos por radio comunitaria, es decir, la radio que es autónoma en la que la comunidad participa, no existe en la mayoría de los países africanos, sí existe en cambio la radio rural. Muchos países han establecido redes de estaciones de radio rural que transmiten una mezcla de programas producidos a nivel
nacional y local.
Si bien estas estaciones rurales comparten ciertas características con la radio comunitaria, se distinguen de ella por ser habitualmente administradas por los sistemas de radiodifusión nacionales a través de un departamento o de un centro de producción especializado en radio rural. Esta carencia de autonomía se traduce con frecuencia en una programación que al final viene a reflejar el criterio del gobierno central antes que las preocupaciones de los diferentes grupos locales. Un segundo problema es que las estaciones de radio rural heredan a menudo los problemas administrativos y financieros de las instituciones que las dirigen.
La radio rural en África no tiende a involucrar a la población ni en la toma de decisiones ni en la producción. El contenido de la programación está determinado generalmente por el gobierno o por profesionales de las estaciones y casi nunca por las preocupaciones expresadas por el público.
En los dos últimos años muchos países africanos han experimentado algunos notables cambios políticos, con cierta apertura en materia de comunicación, y está tomando forma algún que otro experimento de radio comunitaria. En el capítulo “Respuestas pluralistas para África” (Capítulo 14), Eugénie Aw examina el alcance de estos cambios y demuestra cómo algunas comunidades han podido sacar provecho de las nuevas aperturas. Pascal Berqué estudia de cerca uno de estos nuevos experimentos en el capítulo “La dura lección de la autonomía” acerca de una estación rural en Malí (Capítulo 12).
Los dramáticos cambios políticos que se están llevando a cabo en África del Sur están también acompañados por cambios fundamentales en la radio. Durante 15 años, el único desafió al monopolio de la radio estatal fue la Radio Freedom de la ANC, que emite desde países vecinos en onda corta. Ahora, un gran y dinámico movimiento de radio comunitaria se está preparando para emitir antes de que termine el año 1992. En et capítulo titulado “Donde no hay radio”, Edric Gorfinkel describe el desarrollo de una organización que empezó con un proyecto de “periódico hablante” y culminará nada menos que con una estación de radio comunitaria.
Asia
Como en et caso de África, los sistemas de radiodifusión en Asia han sido muy influidos por las tradiciones de control estatal y centralismo de los antiguos colonizadores. Diseñados como medio de propagar las opiniones gubernamentales, nunca fueron pensados para facilitar et diálogo ni para permitir a la gente articular sus aspiraciones o ventilar sus frustraciones.
El segundo rasgo común de África y Asia es la importancia que tiene la radio.
En efecto, ésta ocupa un tugar central en todo el Tercer Mundo. Según una encuesta realizada a escala mundial por la UNESCO en 1986, había un promedio de 160 receptores de radio por cada mil habitantes en los países en vías de desarrollo, en contraste con 39 televisores por el mismo número de habitantes. En cambio, en los llamados países desarrollados, hay 472 televisores y 988 receptores de radio por cada mil habitantes.En su mayor parte, los sistemas de radiodifusión asiáticos han tardado más que los africanos en desprenderse de su pasado colonial. De todas maneras, ha habido cambios tentativos y en opinión de los participantes en un seminario sobre radio comunitaria celebrado en Malasia en 1990, la radio se encuentra “en estado de fermentación”.
El proyecto de la “Radio Comunitaria de Mahaweli”, en Sri Lanka, ha contribuido a este estado de fermentación y a una mayor comprensión de un nuevo modelo para la radio local y nacional. La Radio Comunitaria de Mahaweli es una rama del sistema de radiodifusión nacional en vez de ser un proyecto de radio comunitaria autónoma, pero representa un importante paso hacia adelante y el modelo ha sido adoptado para varios países asiáticos.
En 1991, Vietnam emprendió una importante iniciativa al establecer un número de estaciones de radios comunitarias locales. Estas estaciones son operadas por representantes comunitarios y disfrutan de un grado bastante elevado de autonomía local.
Filipinas resalta como excepción entre los países asiáticos, porque su sistema de radiodifusión ha sido sumamente influido por la tradición comercial de Estados Unidos. Además del sector privado y una red de radio estatal, unos proyectos de radio rural han sido establecidos por universidades y otras instituciones. La carencia de estaciones comunitarias autónomas en Filipinas ha sido en parte compensada con el esfuerzo de grupos de producción por conseguir espacios de difusión en las estaciones comerciales o publicas. “Radyo Womanwatch” (Capítulo 21) cuenta la historia de uno de esos programas.
Hasta ahora la radiodifusión sigue siendo un monopolio de Estado en la mayoría de los países y los años venideros nos dirán si las organizaciones nacionales de difusión estarán dispuestas a compartir las ondas con los grupos comunitarios y si las estaciones locales gozarán de una real autonomía en su organización y programación.

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